lunes, 4 de mayo de 2009

Año Tres Mil

La ciudad apagó las bicicletas
Y se pudo tocar el fondo del pantano
Bajo la suavidad de asfalto,
Y un ejército de verbos programados
Madrugaban para pisar las flores.

La ciudad apagó las estrellas
Y se vio un halo polvoriento,
Una maraña de cables ojerosos
Y una fila de hormigas al servicio
De un microchip en las pupilas.

La ciudad apagó la espuma
Y el mar se vengó de la tierra,
Por encima tan sólo se veía,
Con la ironía de los siglos,
El perfil longevo de una antena.

1 comentario:

  1. Éste es muy bueno. Sí, señor. Ese final me ha dibujado una sonrisa irónica.

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